Un día, por medio de José en Egipto, cuando hubo una gran hambre, en el tiempo de las vacas flacas. Al principio los egipcios pagaban sus impuestos tuviesen o no la cosecha, porque si no eran expropiados o endeudados de por vida y perdían todas sus pertenencias hasta ahogarse en la pobreza y la miseria; una similitud de la vida actual.
Cuando José negoció con ellos, trasladó todos los bienes e inmuebles al estado.
Entonces, para que su manutención y mano de obra dependiera del pueblo. Se les arrendó. Por lo cual solo se pagaba un diez por ciento de la totalidad de los beneficios como impuestos; condiciones que eran más lógicas y que les guardaban, de tener que pagar cuando se había perdido la cosecha sin cobrar por ella. O vivían en circunstancias de imposibilidad debido a las enfermedades.
Cuando se navega en un nivel de vida muy costoso, se necesita para su manutención mucho combustible de primera y mucho lujo, aún cosas que no son prescindibles, y que las sacamos a costa de todos los demás. Viviendo sumisos en la esclavitud de todas nuestras dependencias, con una gran presión y agobio para todos los que no quieren nadar en tu mar. Mar de donde te recogen cuando estas ahogándote y si no pagas por salvarte de morir ahogado, los mismos te vuelven a tirar por polizón con una pesa aun mucho más grande entre los pies.
La segunda ocasión que Dios expuso como alternativa, y te destronará en el futuro. Fue cuando Dios por medio de sus apóstoles, que conocían la ley del patrimonio y la justicia. Ejemplo, el de Noemí; que tenía que ser rescatada por su familiar cercano. Su familiar quiso su herencia porque ella era viuda, sola y mayor, y no-se tenia que pagar ningún rescate por ella. Pero al tener nuera, a Noemí se le debía rescatar por un familiar del difunto para que tomaran posesión de la herencia sus propios descendientes. Y después de sanear y sacar a flote el patrimonio familiar, debía devolverse toda su capacidad de supervivencia.
Una ley por cada siete años hasta que pudiera esta familia alcanzar su propia autonomía. Y sin cobrar nada por ello, salvo las rentas de fructificación y esperar que algún día fuese tratado por igual en la reciproca así era la justicia en Israel. Todo quedaba saneado y rescatado y volvía a sus dueños.
Al casarse entre los familiares de las tribus se impedía que los patrimonios pasasen a manos de otros que viviesen fuera del lugar y administraran a distancia las necesidades y prioridades de los locales, acondicionándoles su autonomía.
Los apóstoles, fieles administradores de Dios en la tierra, compartían según la necesidad y todo lo tenían en común formando un patrimonio protegido, y la alternativa social, de los administradores de las riquezas injustas en la tierra; aprovechadas para fines comunes formándose en el Cuerpo de Jesucristo que los unía, como a una sola familia, donde todo lo tenían en común un servicio dirigido a los demás por la institución familiar.
Jesucristo no vino para que le sirvieran, sino a servir. Ellos eran los más servidores de esta gran familia, y consagrados a la obra de la igualdad en la justicia.
Existen los patrimonios universales Mundiales, Nacionales, Provinciales, Locales y familiares. El patrimonio es la riqueza común de la humanidad, y se basa en la libertad de que todos tengamos derecho a ir a nuestro apaño (autonomía), sin acondicionar a vivir dentro de apaños y prioridades de otros. Y esto es así una igualdad en libertad.
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