jueves, 10 de diciembre de 2009

NAUFRAGIO EN EL MAR DEL DINERO

Temblad todos los idolatras del dinero de esta economía mundial, en esta sociedad. Ustedes los que hacen un mar inmenso, donde hasta los que tienen transatlánticos como lugares de vacaciones, naufragáis. Porque Dios nos enseño como alternativa social a vivir sin tu dependencia en dos ocasiones.

Un día, por medio de José en Egipto, cuando hubo una gran hambre, en el tiempo de las vacas flacas. Al principio los egipcios pagaban sus impuestos tuviesen o no la cosecha, porque si no eran expropiados o endeudados de por vida y perdían todas sus pertenencias hasta ahogarse en la pobreza y la miseria; una similitud de la vida actual.

Cuando José negoció con ellos, trasladó todos los bienes e inmuebles al estado.

Entonces, para que su manutención y mano de obra dependiera del pueblo. Se les arrendó. Por lo cual solo se pagaba un diez por ciento de la totalidad de los beneficios como impuestos; condiciones que eran más lógicas y que les guardaban, de tener que pagar cuando se había perdido la cosecha sin cobrar por ella. O vivían en circunstancias de imposibilidad debido a las enfermedades.

Cuando se navega en un nivel de vida muy costoso, se necesita para su manutención mucho combustible de primera y mucho lujo, aún cosas que no son prescindibles, y que las sacamos a costa de todos los demás. Viviendo sumisos en la esclavitud de todas nuestras dependencias, con una gran presión y agobio para todos los que no quieren nadar en tu mar. Mar de donde te recogen cuando estas ahogándote y si no pagas por salvarte de morir ahogado, los mismos te vuelven a tirar por polizón con una pesa aun mucho más grande entre los pies.

La segunda ocasión que Dios expuso como alternativa, y te destronará en el futuro. Fue cuando Dios por medio de sus apóstoles, que conocían la ley del patrimonio y la justicia. Ejemplo, el de Noemí; que tenía que ser rescatada por su familiar cercano. Su familiar quiso su herencia porque ella era viuda, sola y mayor, y no-se tenia que pagar ningún rescate por ella. Pero al tener nuera, a Noemí se le debía rescatar por un familiar del difunto para que tomaran posesión de la herencia sus propios descendientes. Y después de sanear y sacar a flote el patrimonio familiar, debía devolverse toda su capacidad de supervivencia.

Una ley por cada siete años hasta que pudiera esta familia alcanzar su propia autonomía. Y sin cobrar nada por ello, salvo las rentas de fructificación y esperar que algún día fuese tratado por igual en la reciproca así era la justicia en Israel. Todo quedaba saneado y rescatado y volvía a sus dueños.

Al casarse entre los familiares de las tribus se impedía que los patrimonios pasasen a manos de otros que viviesen fuera del lugar y administraran a distancia las necesidades y prioridades de los locales, acondicionándoles su autonomía.

Los apóstoles, fieles administradores de Dios en la tierra, compartían según la necesidad y todo lo tenían en común formando un patrimonio protegido, y la alternativa social, de los administradores de las riquezas injustas en la tierra; aprovechadas para fines comunes formándose en el Cuerpo de Jesucristo que los unía, como a una sola familia, donde todo lo tenían en común un servicio dirigido a los demás por la institución familiar.

Jesucristo no vino para que le sirvieran, sino a servir. Ellos eran los más servidores de esta gran familia, y consagrados a la obra de la igualdad en la justicia.

Existen los patrimonios universales Mundiales, Nacionales, Provinciales, Locales y familiares. El patrimonio es la riqueza común de la humanidad, y se basa en la libertad de que todos tengamos derecho a ir a nuestro apaño (autonomía), sin acondicionar a vivir dentro de apaños y prioridades de otros. Y esto es así una igualdad en libertad.

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