viernes, 11 de diciembre de 2009

DESEOS

BUDA ENSEÑA LAS Cuatro Nobles Verdades

Y el Buda entonces expuso a los cinco monjes mendicantes el Noble Sendero Óctuplo y las Cuatro Nobles Verdades y les dijo:

«Hay dos extremos, ¡OH monjes! Que debe evitar todo aquel que quiera abandonar el mundo: un extremo es el de una vida consagrada a los placeres y a la lujuria, porque es degradante, sensual, vulgar, innoble e inútil. El otro extremo es el de una vida consagrada a las mortificaciones, porque es doloroso, innoble e inútil. Evitando estos dos extremos, ¡OH monjes!, El Buda ha conseguido descubrir el conocimiento del Camino Medio que conduce a la interiorización, que conduce a la sabiduría, que conduce a la calma, al conocimiento, a la suprema iluminación, al Nirvana.

¿Cuál es, ¡OH monjes?. Ese Camino Medio cuyo conocimiento el Buda ha conseguido descubrir y que conduce a la, interiorización, que conduce a la sabiduría, que conduce a la calma, al conocimiento, a la suprema iluminación, al Nirvana? Es el Noble Sendero Óctuplo y las Cuatro Nobles Verdades. Y el Noble Sendero Óctuplo está formado por el conocimiento correcto, los pensamientos correctos, las palabras correctas, la conducta correcta, los medios de vida correctos, los esfuerzos correctos, la actitud mental correcta y la meditación correcta.

En esto, ¡OH monjes!, Consiste el Camino Medio hacia el conocimiento que el Buda ha conseguido, y que conduce a la interiorización, que conduce a la sabiduría, que conduce a la calma, al conocimiento, ala suprema iluminación, al Nirvana. »Y las Cuatro Nobles Verdades, ¡OH monjes!, Son las siguientes: La Noble Verdad sobre el sufrimiento: El nacimiento es doloroso; la vejez es dolorosa; la enfermedad es dolorosa; la muerte es dolorosa; la pena, las lamentaciones, el abatimiento y la desesperación son dolorosos; el contacto con las cosas desagradables es doloroso; no conseguir lo que se desea es doloroso; la forma, la sensación, la percepción, las impresiones, la conciencia nacida de los deseos egoístas son dolorosas.

»Y ésta es ¡OH monjes!, La Noble Verdad de la causa del sufrimiento: los deseos egoístas que conducen a la reencarnación, unidos a los placeres y a la lujuria que encuentran placer aquí y allá, es decir, los deseos egoístas de la existencia, los deseos egoístas de la no-existencia. »Y ésta es, ¡OH monjes!, La Noble Verdad sobre el cese del sufrimiento: el abandono sin remordimientos de los deseos egoístas, la renuncia a ellos, la liberación de ellos, el desecharlos, el no sentirse sojuzgado a ellos. »Y ésta es ¡OH monjes!, La Noble Verdad del camino que conduce al cese del sufrimiento: el Noble Sendero Óctuplo del conocimiento correcto, de los pensamientos correctos, de las palabras correctas, de la conducta correcta, de los medios de vida correctos, de los esfuerzos correctos, de la actitud mental correcta, de la meditación correcta. »Y ahora que he comprendido el sufrimiento, he abandonado sus causas, he conseguido su fin y he descubierto el Sendero, ahora puedo decir que el órgano de mi visión espiritual ha quedado abierto.

Mientras que yo no había conocido las Cuatro Nobles Verdades, no me consideraba emancipado, porque no creía que había hecho lo que debía ser hecho. Pero cuando hube penetrado en las Nobles Verdades, y hecho entonces todo lo que debía ser hecho, entonces pude proclamar que estaba emancipado, entonces vi. que había alcanzado mi meta.

SAN PABLO EN ROMANOS 8 Viviendo en el espíritu

1 Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, 2 pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.

3 En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana,

4 a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu.

5 Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu.

6 La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz.

7 La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo.

8 Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios.

Los deseos terrenales

Santiago 1:13 Que nadie, al ser tentado, diga: "Es Dios quien me tienta." Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie.

14 Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen.

15 Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte.

1 Pedro 2: 11 Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo, que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida.

2 Pedro 1:4 Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina.

Los deseos se fundamentan en las dos voluntades de condiciones, personales: Triunfalismo o Fracaso.

Los triunfadores y fracasados se hacen relativamente en la forma de verse en la vida, y la lógica perspectiva de ser positivo o negativo. Y se puede medir con la regla del perder o ganar.

Una escala de medidor seria en este orden de prioridades: Familia, libertad, autosuficiencia, estabilidad y progreso. Preguntándonos ¿qué puedo ganar o perder con este triunfo o fracaso?

Pero si todo es gracias a Dios, entonces somos ganadores.

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