jueves, 10 de diciembre de 2009

MAESTRO

NO ES QUIEN SABE, SINO EL QUE ENSEÑA COMO APRENDER
El buen maestro demuestra cómo se puede aprender a aprender. Primero busca la motivación enseñando su utilidad y el provecho del indicado conocimiento. Igual que un buen padre consigue para sus hijos todo lo que pueda serles de utilidad, y espera el momento para motivarlos y ayudarles a aprender y comprender, tal utilidad de lo que les ha proporcionado.
Aprendiendo a cómo sacarle mayor provecho en su principal interés.
Pero el que no aprende no puede enseñar a aprender.
Un maestro engendra discípulos y éstos transmiten su enseñanza.
El que no lo practica vera como su conocimiento se deteriora.
La utilidad nos hace buscar el provecho. Y algo de utilidad motiva en aprender. Y Para aprender necesitamos que nos enseñen cómo aprender.
Saber leer es saber escuchar y saber escribir es saber expresarse.
El que se expresa se sincera se desahoga y planea. Esto hace que ordene sus ideas se confiese y se corrija: Esto es aprender.
El que proyecta y analiza, luego lo practicará. El que practica lo que aprende se queda el cien por cien de la enseñanza. Y el que simplemente oye, se le evaporará. Jesús enseñó: El que escucha pero no capta el sentido es como la semilla que cae en el camino y no nace. El que no tiene raíz en sí mismo, es como el que no lo practica aplicándolo en su vida. Su raíz superficial se muere por falta de uso. Y el que no saca provecho no es fructífero.
Pero el que escucha se motiva lo práctica y saca provecho.
Éste aprendió del maestro, a cómo ser un maestro, porque fue discípulo (aprendiz) y sabe cómo enseñar a aprender a sus discípulos alumnos.
El derecho y deber de aprender
Hay padres que enseñan y educan a los hijos.
Hay padres que aprenden de los hijos.
También están los que aprenden y enseñan junto con sus hijos.
La vida es una escuela donde conviven las personas que aprenden en ella. Pero también viven personas que rehúsan aprender.
Estas forman el anticuerpo de las instituciones educativas. Porque todo lo degenera en su incredulidad, y porque nunca comprobarán nada para poder justificar su destrucción.

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